¿SIMBÓLICO O DIABÓLICO?
La palabra "símbolo" deriva del griego symbállein que significa "juntar, unir", la palabra opuesta a simbólico es diabólico que es "dividir, separar". Una mente clara y concreta comprende los símbolos, sabe cómo juntar las diferentes partes y capta el significado completo de un contexto. Una mente diabólica no entiende nada, ve todo desunido, en pedazos, no ve lo que une el uno al todo. Quien emprende un viaje espiritual va en busca de la unión consigo mismo, del encuentro con su otra mitad, el alter ego (otro Yo), la parte faltante o la sombra. Según la filosofía de Jung existe una herencia común universal de estos símbolos (arquetipos) que pueden ser una herramienta útil para la lectura del pensamiento simbólico e incluso inconsciente (el inconsciente colectivo). Por eso, en nuestros posts siempre insistimos en la decodificación de cada símbolo, cada arquetipo, cada arcano en el Tarot, cada palabra en la etimología, cada signo en los movimientos del cuerpo, en las palabras enfocamos todo en el análisis, etc. Pero nosotros también somos símbolos, imágenes de un Dios y es aquí donde todo se complica, porque estamos divididos en nosotros mismos (diabólicos) pero sentimos que nos falta parte de un todo (partidos por la mitad) inmersos en el mundo dual (Yin -Yang). El nuestro es un viaje para descubrir el símbolo perdido. ¿Qué es eso?
SOMOS PARTES DE UN TODO
En la antigüedad había un hábito o costumbre muy particular y significativa: una moneda, una medalla, un talismán, etc. se partía por la mitad y luego una mitad se entregaba a un amigo o invitado o pretendiente o investigador y la otra mitad a la persona con quien se hizo el pacto. Estas mitades, preservadas durante generaciones, permitieron a los descendientes reconocerse a sí mismos no como enemigos, sino como partes integrales de un vínculo de hospitalidad, deuda, amistad y en algunos casos de amor entre dos personas. Los símbolos son esto en su esencia: partes de un Todo. Entonces el símbolo, evocando su parte correspondiente o faltante, remite a una realidad determinada que no se decide por la convención, sino por la recomposición de un todo. Por eso los símbolos nos devuelven a los orígenes. Encontramos símbolos por todas partes, somos símbolos, nuestra razón busca en verdad la otra dimensión de nuestro desconocido, en el amor buscamos en nuestra pareja nuestra alteridad u otra mitad que nos refleja (no es el otro quien me completa, es el otro que me revela cuál es mi parte faltante, soy yo quien tengo que completarme por mi mismo), la naturaleza es un libro visible que nos remite a una realidad invisible, entonces todo está dentro de nosotros allí, cosas, personas, lugares, colores, gustos, todo son símbolos que nos ayudan a redescubrir nuestra totalidad o integridad absoluta.
EL HUEVO
El huevo tiene diferentes significados simbólicos: huevo como óvulo y por tanto germen de vida, como cosmos del que nace el huevo alquímico, el grano del que nace el universo, el huevo de perfección por el que a menudo se ve a Cristo envuelto en su luz ovalada como un halo en forma de huevo; el huevo del Yin-Yang como misterio de los opuestos; huevo como un mandala y así sucesivamente... En la Biblia se alude al Espíritu de Dios (en forma de Paloma) que se cernía (clueca) la creación (un huevo). La vida está contenida en el huevo, por eso el Huevo de Pascua también contiene la sorpresa: la inmortalidad. Los huevos son por tanto un símbolo de vida.
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