LA DIVINA COMEDIA - ESTRUCTURA
La Divina Comedia se compone de tres canticos (Infierno, Purgatorio y Paraíso) que comprenden un total de cien cantos: el primer cántico (Infierno) tiene un prefacio o canto introductorio a toda la obra y luego 33 cantos, los otros dos cánticos, El Purgatorio y el Paraíso tienen 33 cantos cada uno. Cada parte tiene una estructura diferente pero coinciden en número, es decir el infierno tiene un ante-infierno o vestíbulo y luego 9 círculos (1+9=10), el purgatorio tiene 7 círculos, una playa, un vestíbulo y un paraíso terrenal. (7+1+1+1=10) y al final el Paraíso está compuesto por nueve esferas celestes que giran alrededor del sol como planetas y un cielo empíreo (9+1=10). Para Dante y su mentalidad simbólica cristiana los números 3 y 10 tenían un significado especial: 3 es la Trinidad y 10 es la perfección de todas las cosas. Cabe señalar que en el Infierno se utiliza el estilo cómico, en el Purgatorio el estilo elegíaco y en el Paraíso el estilo trágico. Por último, una curiosidad: cada cántico termina con las estrellas, porque son el objetivo de Dante, la luz màs alta en el firmamento.
INFIERNO
El infierno está dividido en 10 zonas: después de la corteza terrestre se encuentra la puerta del infierno e inmediatamente entramos en un vestíbulo o anteinfierno frente al cual se encuentra el río Aqueronte que conduce al inframundo. Más allá de su orilla comienzan los 9 círculos que a su vez se dividen en 4 zonas: la primera es la de la incontinencia que incluye los 5 primeros círculos, luego el sexto círculo que nos lleva frente al río Flegetón, el séptimo círculo en cambio, el de la violencia, se compone de 3 círculos; el octavo círculo que es el fraude a los que no confían está formado por 10 zanjas y finalmente el último y noveno círculo, el fraude a los que confían, está formado por 4 zonas. Encontramos pues una estructura vertical, de tal manera que en el extremo más alto se encuentran los condenados que han cometido los pecados menos graves, luego vamos descendiendo gradualmente según la gravedad del mal cometido hasta llegar al extremo más bajo del abismo, donde encontramos a Lucifer.
Canto 1 del infierno
La obra comienza con el verso más famoso de la comedia: “A mitad del camino de nuestra vida me encontré en una selva oscura, pues el camino recto se había extraviado”. Dante describe lo que hoy llamamos la crisis de la mediana edad, es decir, alrededor de los 40 años, en medio del camino de nuestra vida, cuando descubrimos el sentido de la vida y cómo vivirla pero ahora es demasiado tarde porque la hemos desperdiciado, y esto nos hace sentir perdidos. El bosque oscuro es una alegoría del pecado, de la forma equivocada en que hemos vivido hasta ahora. En la Edad Media, el bosque oscuro era el lugar simbólico típico del inconsciente, de la inconsciencia o de la ignorancia donde no llega la luz divina. Debemos pues emprender un camino de redención o de conversión, pero sabemos bien que no podemos ir solos al inconsciente o al infierno, necesitamos el diálogo y la comparación, de donde surge la figura del Compañero y guía de viaje: Virgilio, el poeta romano. Virgilio es la alegoría de la razón y del maestro. Virgilio también habla en la Eneida del descenso de Eneas a los inframundos, y seguramente por eso Dante se inspiró en ello.
Justo al comienzo del viaje, Dante encuentra tres bestias, que son símbolos de obstáculos en el viaje:
1. La lince (lujuria)
2. El león (soberbia)
3. La loba (la codicia y la avaricia)
Por otra parte, estas bestias son también una alegoría sociopolítica: la pantera es la ciudad de Florencia que lo exilió. La loba representa el poder temporal del Papa en Roma. El león es el poder de Francia, que intentó dominar Italia.
Virgilio profetiza entonces la llegada de un "galgo", un perro de caza que matará a la loba con gran dolor y la conducirá de regreso al infierno de donde salió.
Canto 2 del infierno
Cae la noche y Dante tiene miedo de emprender el viaje, por lo que invoca a las Musas para que le describan el más allá. Aquí el obstáculo son las dudas del viajero, pues se compara ante otros dos personajes que han descendido a los infiernos: Eneas y San Pablo, pero Virgilio lo tranquiliza diciéndole que hay tres mujeres que quieren que haga ese viaje: Beatriz, Santa Lucía y la Virgen María. Son 3 alegorías de las diferentes formas de la gracia: María es la gracia preveniente (sin mérito), Lucía es la gracia iluminadora, la capacidad de distinguir el bien del mal, finalmente Beatriz es la gracia cooperadora, fuerza que ayuda a hacer el bien. Eneas fundó Roma, san Pablo fundó el cristianismo, mientras que Dante fue elegido para una misión más importante: mostrar a todos los hombres cómo se puede emprender un camino de salvación personal siendo un mortal común.
Canto 3 del infierno
Dante y Virgilio llegan al vestíbulo o antecámara y encuentran un cartel inquietante en la puerta: "Abandonad toda esperanza, vosotros que entráis aquí". Es un lugar oscuro donde se escuchan los lamentos de los cobardes, aquellos que en vida no supieron tomar una posición clara, junto a ellos, junto al río Aqueronte, las almas de los condenados que esperan ser transportadas por Caronte en la otra orilla del infierno.
Dante siente un profundo desprecio por los cobardes o inactivos, los indiferentes, causa de la ruina social para Dante que dejaron que la ciudad cayera en manos de los malvados sin rebelarse, sin hacer nada. El inactivo debe correr desnudo, sin descanso y sin sentido, perseguido por avispas y tábanos.
Caronte se niega a transportar a Dante porque ve que su alma está en gracia de Dios y no puede ir al infierno. Mientras tanto, un terremoto y un destello de luz hicieron que Dante se desmayara de miedo.
Canto 4 del infierno
Dante se encuentra en el primer círculo del infierno, el limbo, habitado por almas no bautizadas. Aquí están obviamente todos aquellos que vivieron antes de que se inventara el bautismo cristiano (Sócrates, Platón, Aristóteles, etc. pero pensemos tambiè en Moisés, Abraham, Adam y Eva... todos al infierno segùn la Iglesia Católica), ellos no sufren porque son almas buenas, pero están tristes porque no tienen la visión de Dios y esto ya es una condenación. Pero también hay quienes no recibieron el bautismo a tiempo, es decir, los niños nacidos muertos. También nosotros debemos detenernos un momento en el Limbo mental para comprender de dónde viene esta invención teológica y este miedo psicológico. Veámoslo en el próximo post:
LIMBO MENTAL
El miedo a no ser bautizado era una violencia psicológica condicionada a hacer ver el cielo como un lugar al que no se puede entrar sin los requisitos necesarios, siendo por tanto el bautismo un requisito indispensable, un billete de entrada al cielo, por eso muchos ya recurren desde recién nacidos a bautismos para asegurar un asiento en primera fila para el espectáculo celestial. Pero esta teoría es muy ambigua. En primer lugar, porque el cielo es un estado de ánimo, no es un lugar, en segundo lugar, porque si pensamos en todos aquellos que vivieron antes de Cristo y, por tanto, nunca fueron bautizados, a pesar de ser justos, sería absurdo pensar que no están en el cielo simplemente porque aún no lo habían inventado el bautismo cristiano. Es entonces cuando surge la idea del Limbo. El primero en hablar de este lugar fue Pietro Lombardo (siglo XII) y también Dante en la Divina Comedia, pero la Biblia no habla en absoluto de limbo. Job 3,9-12.16-20 menciona un lugar donde los niños no nacidos viven en paz, y que también alberga esclavos, prisioneros, víctimas de los malvados exhaustos. En 1984, el entonces cardenal Ratzinger (futuro Papa Benedicto XVI), en el libro Informe sobre la fe, afirmaba que «el limbo nunca ha sido una verdad de fe definida. Personalmente, abandonaría lo que siempre ha sido, sólo una hipótesis teológica".
El problema persiste si realmente existe el pecado original: ¿cómo podemos atribuir la culpa a un recién nacido que ni siquiera tiene conciencia y ya es digno de culpa? Si realmente existe tal pecado original entonces la misericordia original de Dios no existe, pensamos que un niño nace EN el pecado porque ya está condicionado a vivir en un mundo corrupto, pero no nace CON el pecado, nace puro, sin ninguna culpa.
Canto 5 del infierno
Llegamos al segundo círculo, donde comienza el verdadero infierno. Aparece Minos, una figura monstruosa, que actúa como juez. Frente a Dante, Minos se niega a juzgarlo pero Virgilio le advierte a Minos que la presencia de Dante es voluntad de Dios y por eso los deja pasar sin ninguna sentencia. Dante se encuentra en un lugar oscuro, arrastrado por ráfagas de viento; es el cìrculo de la gente lujuriosa. El viento es una alegoría del cuerpo abandonado al movimiento loco de las pasiones. Aquí las almas se dividen según el tipo de amor que tuvieron en vida. Dante se siente atraído por las almas que murieron por amor y entre ellas Paolo Malatesta y Francesca da Polenta sacudidos por el viento pero abrazados. Eran amantes y su marido los descubrió y los mató mientras se besaban, Paolo también era su cuñado por lo que fue asesinado por su hermano Gianciotto Malatesta. Paolo y Francesca se inspiran en Lanzarote y Ginebra para vivir su amor prohibido. Dante siente compasión por ellos y queda tan conmovido por su amor que se desmaya.
En este canto està famosa la frase “Amor che null amato, amar perdona”, que significa El amor no “perdona” a quien, recibiendo amor, no da amor a cambio o no lo corresponde.
Canto 6 del infierno
Entramos en el tercer círculo del infierno, un lugar donde siempre cae una lluvia fría y sucia, creando un ambiente fangoso y maloliente. Aquí residen las almas de los glotones, aquellos que se entregaron al pecado mortal de la gula, convirtiéndose, según Dante, similares a los animales. Aunque los animales no engordan, no comen por placer nì por codicia, solo por necesidad. El guardián de este círculo es Cerbero, el perro mitológico de tres cabezas. Dante comienza a hablar con Ciacco, un alma condenada por su glotonería, y su diálogo demuestra la corrupción de la política y las guerras internas resultantes en la ciudad de Florencia. Esta decadencia se debe obviamente a una falta moral provocada por la codicia, la envidia y el orgullo, principales fuerzas motrices de la vida social y política, pero no sólo eso, Dante descubre que en la victoria de la política está la influencia corruptora de la Iglesia con la ayuda del Papa Bonifacio VIII, quien también fue la causa del exilio de Dante. Luego Virgilio le muestra a Dante lo que sucederá con las almas después del Juicio Final: recuperarán sus cuerpos para sentir con mayor intensidad los dolores eternos.
El canto 6 en los tres reinos tiene siempre un tema sociopolítico: el canto 6 del Infierno habla de la dimensión sociopolítica de la ciudad de Florencia, el canto 6 del Purgatorio está dedicado a la dimensión social de toda Italia y al final el canto 6 del paraíso habla de la dimensión universal del imperio.
Canto 7 del infierno
"Pape Satan, Pape Satan, allepe" (oh Satan rey del infierno) con esta invocación satánica se abre el cuarto círculo del infierno, estas son las palabras de Plutón el guardián de este círculo (tiene forma de loba, exactamente la que habíamos encontrado en el primer círculo); Virgilio insta a Dante a no tener miedo y luego silencia a Plutón y lo intimida para que los deje pasar porque eso es lo que Dios quiere. Entran en el círculo y encontramos a los avaros y derrochadores, es decir, de un lado los que acumulan morbosamente bienes con avaricia y codicia mientras que del otro lado los que lo gastan todo sin ningún tipo de mesura. Nos encontramos con opuestos, unos son castigados llevando grandes pesos a los que están apegados y otros por tirarlos, de modo que se pelean entre ellos y se reprochan mutuamente sus culpas: estás apegado a las cosas y en cambio tu tiras las cosas. Aquí aprendemos que el mal no es tener demasiados bienes o no tenerlos, sino no saberlos vivir con razón, dejarse gobernar por las cosas en lugar de saber gestionarlas. Dante se sorprende al ver entre ellos tantos sacerdotes, cardenales y Papas, una contradicción al mensaje cristiano de sobriedad y pobreza frente a la avaricia típica de los eclesiásticos.
Continúan descendiendo y cruzan el Pantano Estigio o río del odio y aquí comienza el quinto círculo donde se encuentran otro par de opuestos: los iracundos y los perezosos, estaban desnudos y sumergidos en el lodo. Los iracundos se muerden y desgarran la carne unos a otros con ira, mientras los perezosos que nunca hacen nada dejan que el lodo suba hasta cubrirlos y ahogarlos, permanecen perezosos e inertes, ni siquiera se mueven para salvarse.
De repente surge una visión y ven una torre.
Canto 8 del infierno
Desde la torre se ve una señal luminosa y otra señal luminosa responde desde otra torre más lejana. Estas torres están cerca de las murallas de la ciudad de Dite o del diablo. Dante le pregunta a Virgilio qué está pasando y Virgilio lo invita a mirar el pantano. Pronto vemos una barca con un demonio llamado Phlegyas a quien Virgilio le pide que los transporte a través del río Estigia. Un hombre condenado en medio del río se acerca a la barca, era Filippo Argenti, adversario de Dante cuando estaba vivo. Aquí Dante ve cómo el hombre sufre los dolores del infierno. Egoístamente hablando, creo que ver a tus enemigos en el infierno te da una sensación de satisfacción porque te sientes que tenías razòn.
Bajan del barco y observan las murallas rojizas de la ciudad, su color se debe al fuego que las quema constantemente. La ciudad está custodiada por Demonios, Virgilio le pide a Dante que espere mientras habla con los demonios, pero estos no quieren dejarlos pasar porque Dante no es un alma bienvenida. Dante está preso del miedo, pero Virgilio lo tranquiliza diciéndole que la ayuda celestial está en camino.
Canto 9 del infierno
Tras fracasar en sus negociaciones con los demonios que les prohíben la entrada a la ciudad de Dite, Dante y Virgilio esperan la ayuda de la gracia divina. Estamos en el sexto círculo, donde los herejes son castigados y donde los muros de la ciudad del diablo están repletos de demonios. En lo más alto de los muros aparecen las tres Furias infernales, manchadas de sangre y con cabellos serpentinos. Virgilio las reconoce inmediatamente y le explica a Dante que la de la izquierda es Megara, la de la derecha es Alecto y Tisiphone está en el centro. Se desgarran el pecho con las uñas, se golpean con las palmas abiertas y gritan tan fuerte que hacen que Dante abrace a Virgilio. Ellas invocan la llegada de Medusa para petrificar a Dante, por lo que Virgilio le insta a darse la vuelta y cerrar los ojos con las manos para no ver a la Gorgona.
Dante en este punto advierte a los lectores de sano intelecto que deben interpretar con cuidado la alegoría que se esconde detrás de sus extraños versos. Entonces, preguntémonos ¿Por qué es tan difícil entrar en la ciudad del diablo? Muchos pensarían que el diablo te quiere en el infierno para hacerte sentir mal aunque sea gratis, pero no, tienes que merecer y ganarte tu entrada al infierno, porque a nivel psicoanalítico es tu inconsciente y no puedes entrar allí si no tienes la luz de la introspección, lo que los católicos llamamos la gracia divina, la capacidad de conciencia y clarividencia, de lo contrario sucede que si le dices a una persona cuáles son sus defectos, sus traumas y sus pecados, esta persona se pone rígida y se cierra, se petrifica, ahì está el efecto de la mirada de Medusa y el remordimiento de las 3 furias. Es en ese momento que llega un ángel y con un pequeño palo empuja y las puertas de la ciudad infernal se abren sin ningún esfuerzo.
Canto 10 del infierno
Una vez dentro de la ciudad, Dante ve una extensión de tumbas ardientes donde se encuentran los condenados por herejías, especialmente los epicúreos, precisamente aquellos que negaban la inmortalidad del alma. Entre los condenados Dante destaca dos en particular: Farinata y Cavalcante. El primero, Farinata, tuvo que afrontar la guerra florentina entre dos facciones: los güelfos, seguidores del Papa, y los gibelinos, seguidores del emperador Barbarroja. Es bien conocida tambièn la división del partido güelfo en dos facciones: los güelfos blancos, celosos de la independencia de Florencia frente a la autoridad papal, y los güelfos negros, que querían someter la ciudad por completo al Papa. Dante era un güelfo blanco y por ello fue condenado al exilio en 1302. Farinata era gibelino, salió vencedor de la derrota de los güelfos pero se opuso a la destrucción de la ciudad de Florencia que amaba. Cuando los güelfos retomaron la ciudad, Farinata fue condenado como hereje. Cavalcante, por su parte, era un güelfo exiliado durante la guerra y su hijo, el poeta Guido, era amigo de Dante. Se encuentra en el infierno por ser epicúreo y por tanto hereje, pero está preocupado por el destino de su hijo y se pregunta por qué siendo poeta como Dante no lo acompaña en ese viaje, pero Dante le responde que su Hijo, epicúreo, desdeña la gracia divina. Ante esta noticia, Cavalvante cayó desesperado en el sepulcro y desapareció.
Farinata profetiza a Dante su exilio de Florencia y esta noticia lo inquieta, pero Virgilio lo consuela diciéndole que debe recordar la profecía, pero cuando esté ante la dulce luz ("al dolce raggio") de aquella que todo lo ve, es decir , Béatrice, podrá conocer todo el recorrido de su vida. Los dos poetas se alejan entonces de la ciudad del diablo y descienden hasta el borde del siguiente círculo, del que ya se percibe un fuerte hedor.
¿QUIÉN FUE BEATRIZ?
En la Divina Comedia Beatriz es la mujer que espera a Dante al final de su largo viaje del Infierno al Cielo, alegóricamente sabemos que es el amor que cada uno de nosotros tenemos en nuestra alma, esa fuerza gravitacional alrededor de la cual actuamos, pero ella También es la musa inspiradora. Pero ella no es sólo un personaje literario, también fue una mujer que vivió en la historia real de Dante. Su nombre era Beatrice Portinari, hija del banquero Folco Portinari que vivía con sus 6 hijas en una casa cerca de la de Dante. Él habla de la relación, no física, sino puramente espiritual, que nace entre él y la mujer desde su primer encuentro hasta la muerte de ella, ocurrida cuando ella tenía sólo veinticuatro años, causa de profunda confusión y agitación interior para Dante. Sin embargo, Dante y Beatriz nunca tuvieron una relación amorosa: la mujer, de hecho, se casó con Simon de' Bardi. Dante, transfigurándola e idealizándola según los cánones de la mujer angelical, hace de su amada su musa inspiradora y la sitúa en el centro de toda su obra. Beatriz fue para Dante lo que Dulcinea del Toboso para Don Quijote. Beatriz es el alma de su alma, ella es el amor divino, el mismo Paraíso donde Dante quiere vivir.
Canto 11 del infierno
Bajamos al terraplén del séptimo círculo donde el hedor es casi insoportable y mientras los dos poetas se detienen para acostumbrarse al hedor, leen en la inscripción de una tumba el nombre de un Papa: Anastasio II, un Papa que abrazó la herejía del monofisismo (que creía que Cristo tenía una sola naturaleza, la divina y no la humana, por lo tanto Jesús no era un hombre sino una especie de ángel divino, pensamiento totalmente contrario a la doctrina de la Iglesia Católica). Mientras tanto Virgilio le explica a Dante que debajo de la ciudad de Dite el séptimo círculo está a su vez dividido en tres Círculos y acoge a los violentos dependiendo de quién haya sido el objetivo de la violencia, es decir, contra el prójimo (primer círculo por tanto asesinatos, heridas, robos e incendios), contra sí mismos (segundo círculo, por tanto, suicidas y derrochadores) y, finalmente, contra Dios (tercer círculo, por tanto, blasfemos, sodomitas, usureros).
Dante no entiende por qué algunas almas condenadas son castigadas fuera de la ciudad y otras dentro, por lo que Virgilio le explica que el castigo está en función de la gravedad del pecado, por lo que los pecados de incontinencia de los primeros cinco círculos son menos graves mientras que a partir del sexto, violentos y fraudulentos, son castigados más severamente.
VIVIMOS EN UN CÍRCULO DANTESCO LLAMADO SISTEMA BANCARIO
Entre los pecados que más llamaban la curiosidad de Dante estaba la usura y era un pecado visto contra Dios mismo porque el usurero se sirve del prójimo y no de su propio trabajo, gana dinero con el dinero ajeno, tal como lo hace hoy el mundo bancario en el que todos invertimos y sobre la que se basa toda nuestra sociedad moderna y contemporánea. La usura ya estaba muy extendida en Italia en los siglos XIII y XIV en la época de Dante y era considerada una práctica especialmente odiosa, no tanto porque el usurero pidiera intereses exorbitantes, sino porque la Iglesia condenaba a quienes simplemente obtenían dinero de otro dinero y no proviene del trabajo honesto (pero la iglesia hace lo mismo: vive del pecado de los otros, no trabaja). Es claro que para Dante la usura estaba ligada al pecado de avaricia y a la corrupción que afectaba a la misma Iglesia y a la política, el origen del desorden moral que perturbaba al mundo y era fuente de injusticia. Es ridículo que en todas las constituciones gubernamentales la ley castigue a los usureros en cambio están legalizados los bancos que se alimentan de los intereses del pueblo, son ladrones avezados y permitidos por el mismo gobierno, usureros profesionales y estatales. La usura es vista entonces como un pecado más grave que la avaricia, como un atentado a la laboriosidad humana y por tanto a Dios, como un pecado de violencia y por tanto de malicia merecedor de castigo en el Infierno inferior, donde se encuentran las almas más depravadas y negras. Así pues, los banqueros en la Divina Comedia se cuentan entre las peores plagas de la sociedad: usureros, fabricantes de corbatas, desolladores, buitres que devoran la sangre de los pobres, es decir, su dinero.
Canto 12 del Infierno
A la entrada del séptimo círculo se encuentra el Minotauro que, en cuanto ve a los dos poetas, se muerde de rabia. Virgilio le grita que ninguno de ellos es Teseo, el héroe que mató al monstruo en la Tierra, y Dante no está allí por instrucciones de Ariadna sino para ver los castigos de los condenados, entonces el Minotauro se aleja. Ante ellos hay un río de sangre hirviente (el Flegetonte), y entre el muro del Círculo y el río corren centauros, armados con arcos y flechas para disparar a cualquiera que intente escapar del río. Virgilio le habla al líder de los centauros, Quirón, para que no golpee a Dante, tiene una misión de Dios y como su cuerpo aún está vivo, necesita que un centauro lo cargue en su espalda para cruzar el río. Quirón gira a su derecha y le ordena a Neso que guíe a los dos poetas hasta el vado. A lo largo del camino, Dante reconoce entre los condenados muchos personajes históricos de la época, ejemplos de aquellos que fueron violentos con su prójimo, entre los que destacan sobre todo los tiranos. Implícita en esto está la crítica de Dante a aquellos regímenes políticos que resultaron en la opresión del pueblo.
El Flegetonte es uno de los cuatro ríos infernales (los otros son el Aqueronte, el Estigia, ya vistos, y el cuarto será el Cocito), formado por sangre hirviendo en la que se sumergen los violentos en diferentes medidas según el pecado cometido: los tiranos hasta los ojos, los asesinos hasta el cuello, los ladrones y salteadores de caminos hasta el pecho, otros hasta los pies. En Italia, de hecho, cuando una persona es muy nerviosa y propensa a la ira, se dice que tiene la sangre caliente, como los ríos infernales de Dante.
Canto 13 dell'Inferno
Después de cruzar el río de sangre hirviente, Dante y Virgilio se adentran en un bosque oscuro, el del segundo anillo del séptimo círculo, el bosque de los suicidas y de los derrochadores (aquellos que cometen violencia contra sí mismos). Los árboles son infructuosos, pero están llenos de nidos de arpías y follaje oscuro. De cada rama salen gemidos porque allí están prisioneras las almas de los condenados. Dante rompe una rama y ve salir el alma de Pier della Vigna, éste era un estrecho colaborador del emperador Federico II de Suabia, tan fiel que se convirtió en el único custodio de todos sus secretos. Pero los cortesanos celosos lo acusaron falsamente de traición y él, incapaz de soportar la vergüenza, aunque era inocente, se suicidó.
Inmediatamente después ven a dos almas condenadas corriendo por la maleza, desnudas y arañadas, rompiendo ramas. Eran dos hombres que habían derrochado y despilfarrado sus riquezas en poco tiempo. El de delante (Lano da Siena) es más rápido, mientras que el de detrás (Iacopo da Sant'Andrea) es más lento y se esconde junto a un arbusto bajo. Poco después se le unen unas perras negras, que lo despedazan a él y al arbusto donde intentaba esconderse, para luego llevarse su carne destrozada. El arbusto detrás del cual se escondía Lano, pertenece a un alma suicida de Florencia, que se ahorcó en el secreto de su propia casa.
Aquí hay que abrir un paréntesis y hablar del suicidio, que sigue siendo un tabú social, como la muerte misma, de la que nadie quiere hablar.
EL TABÚ DEL SUICIDIO
En la Divina Comedia es bien conocido el bosque de los suicidas, quienes al no poder llevar ya el cuerpo que tuvieron en vida, este es colgado y transformado en las delgadas ramas donde sus almas viven encerradas pero continuamente rotas. El suicidio siempre ha sido un tabú social, tanto porque está ligado a la muerte, otro gran tabú, como porque un suicidio es un grito de dolor que abre los ojos a los vivos y nos hace cuestionar la posibilidad de que una persona pueda ser puesta en una situación tan desesperada que prefiere elegir morir màs que vivir. Dante se posiciona en contra de la filosofía estoica que celebraba el suicidio como un gesto noble de libertad y rebelión, donde la persona puede decidir cuándo abandonar esta vida, mientras que según la moral cristiana, de hecho, la vida es el don más preciado que ofrece Dios al hombre y negarlo significa cometer el mayor insulto hacia Él. Pero este enfoque eclesiástico es muy rígido e instrumental (basta pensar que la Iglesia incluso negó el entierro a los suicidas, un terror psicológico equivalente al homicidio mental), por lo tanto no evalúa muchos aspectos importantes y decisivos. Incluso Jesús, si lo pensamos bien, fue un suicida: sabía que moriría si iba a Jerusalén, y lo hizo de todos modos. Muchos psicópatas se suicidan, como los kamikazes, pero sublimando su sacrificio, lo cual no siempre es necesario, pero incluso algunos mártires cristianos hicieron lo mismo, impulsados por un masoquismo psicótico y no por un acto de amor o sacrificio heroico. Cada caso debe analizarse porque no es cierto que todos los suicidas sean cobardes o locos, al contrario algunos son valientes y muchos son lúcidos. El trastorno más común que contribuye a la conducta suicida es la depresión, pero también es un estado de sufrimiento que algunas personas se ven absurdamente obligadas a vivir. No hay que ver a Dios como un mezquino que te da un regalo y luego viene a quitártelo (la frase “Dios lo llama a sí” es consoladora y manipuladora), esta imagen es todavía demasiado infantil: nadie pidió vivir, entonces no podemos imponer la vida como un regalo, hay personas a las que no les gusta ese regalo y entonces se verían obligadas a vivir y eso sería sadismo divino, no gratitud. Dios no está fuera de la vida para dártela, Él es intrínseco a la vida, es su desarrollo y su realización misma.
Canto 14 dell'Inferno
Dante recoge las ramas rotas del árbol del suicida florentino y las coloca en sus raíces, acto de entierro y luego sigue a Virgilio entrando en el tercer anillo del séptimo círculo donde son castigados los violentos contra Dios: los blasfemos, en decúbito supino, exponen todo su cuerpo al fuego que le cae encima; los usureros se sientan y los sodomitas deben caminar sin descanso. Se encuentran en una tierra desolada donde no crecen plantas y están rodeados por el bosque de los suicidas como una corona dolorosa, mientras una lluvia de fuego cae sobre ellos. Como de costumbre Dante se fija en un personaje, imponente y arrogante, se trata de Capaneo uno de los siete reyes que sitiaron Tebas, resistiendo a las llamas que desprecia y desafía a los dioses contra los que blasfema.
La blasfemia es verdaderamente un fenómeno peculiar, si lo analizamos psicoanalíticamente descubrimos todo lo contrario de lo que parece. El blasfemo intenta ofender a Dios con expresiones vulgares de irreverencia, pero en realidad cuando ofende está declarando inconscientemente que en el fondo está decepcionado, en realidad no es odio sino amor frustrado. Si el ateo realmente sintiera que Dios no existe, no le importaría en absoluto pensar en ese Dios, entonces si lo ofende demuestra que realmente piensa en ese Dios, sus ofensas le dan importancia. Muchas veces despreciamos lo que no podemos lograr a tener (un amor, un trabajo, un objeto), es una forma inconsciente de degradar aquello que para nosotros hubiera tenido valor, de esta manera no nos sentimos demasiado inferiores. Como dice un famoso proverbio italiano: cuando el gato no puede alcanzar la manteca, dice que está podrida.
LOS 4 RÍOS INFERNALES DE DANTE
Dante y Virgilio continúan en silencio y llegan al punto donde del bosque brota un pequeño río de sangre (el Flegetonte), tan caliente como una fuente de agua sulfurosa que era utilizada por las prostitutas como baño. Virgilio explica entonces a Dante los orígenes y la formación de los ríos infernales: En la destruida isla de Creta se alza una montaña donde la estatua ciclópea de Veglio, un anciano ancestral, libera lágrimas de sus grietas que se convierten en corrientes de agua que se transforman en 4 grandes ríos, es decir, Aqueronte, Estigia y Flegetonte; Finalmente el curso de agua continúa más abajo, hasta el fondo de la sima, donde se reúne para formar el río y lago de Cocito. Así, los ríos de Dante son en realidad el fluir de las lágrimas y el dolor atormentado de la humanidad sometida al pecado. Esta figura del Anciano de Creta está tomada de la Biblia, del Libro de Daniel.
Dante vuelve a preguntar a Virgilio dónde está el río Leteo y Virgilio dice que lo verá pero fuera del abismo infernal, siendo uno de los dos ríos que fluyen en el Edén y en el que se bañan las almas purificadas para olvidar sus pecados. En los diálogos de Platón, el río Leteo tenía la característica de hacer perder la memoria a quienes bebían de él. Platón narra, en “La República”, que las almas de los muertos, ahora purificadas de los pecados, son transportadas por vórtices de fuego y depositadas en la tierra.
La Biblia también enumera cuatro ríos que rodean el Edén en el libro de Génesis: el Fisón, el Gehón, el Tigris y el Éufrates, pero no menciona el río Leteo. Los ríos son un símbolo de vida, porque hay agua en ellos, también son un símbolo de trascendencia, de un viaje, de fluidez porque el río al fluir implica un desarrollo, un viaje muy específico.
Canto 15 del Infierno
Dante y Virgilio avanzan por una de las orillas del Flegetonte, donde ven a un grupo de almas condenadas, son los sodomitas y aunque sus rostros están todos quemados por las llamas, Dante reconoce a Brunetto Latini, uno de los maestros de Dante. Brunetto felicita a su antiguo discípulo por el hecho de que sus méritos literarios y morales lo han llevado a este viaje hacia el más allá, y luego predice su exilio de Florencia. Brunetto forma parte de un grupo particular de sodomitas, en el que se incluyen hombres de letras y clérigos, entre los que destaca el obispo Andrea de' Mozzi.
El término sodomía proviene del nombre de la antigua ciudad de Sodoma, que según la Biblia fue destruida por Dios a consecuencia de acciones sexuales reprobables de quienes tenían relaciones “antinaturales”, es decir, la homosexualidad. Pero ¿qué significa contra natura o antinaturales? Esta definición es muy ambigua: Si fijamos la sexualidad humana sólo con fines procreativos es obvio que es contra natura que dos personas del mismo sexo quieran tener un hijo, es absurdo e imposible, pero lo que los moralistas no ven (debido a su trauma sexual) es que las personas están juntas no sólo para procrear (no somos fábricas de niños) sino también para transmitir afecto, seguridad, confirmación, valores, apoyo, sentimientos, etc... la sexualidad humana no se puede reducir exclusivamente a los genitales (unión de pene y vagina como en los animales, esto se llama genitalidad no sexualidad), sino que el sexo en los humanos es un medio para transmitir una infinidad de valores y sentimientos, no solo espermatozoides y óvulos (en este sentido, quienes reducen el sexo a un puro mecanismo de amplexos físicos son verdaderamente vulgares y traumatizadas). No nos sorprende, pues, que los sodomitas de este círculo, como dice Dante, corren desnudos sin parar sobre la "arena" ardiente y sean los pecadores más numerosos, porque la moral la dictan en su mayoría los más traumatizados sexualmente, es decir, los prelados.
Canto 16 del Infierno
Dante y Virgilio están a punto de abandonar el séptimo círculo, el ruido del rugido del rio se escucha muy cerca en el borde del Círculo, donde el Flegetonte se lanza a la alta cascada. Dante ve a tres condenados sodomitas corriendo hacia ellos. Cada uno de ellos grita al poeta que se detenga, pues lo han reconocido como un florentino. Virgilio invita a Dante a detenerse y declara que son tres almas de personajes dignos de respeto. Se trata de Iacopo Rusticucci, Guido Guerra y Tegghiaio Aldobrandi, representantes de la antigua Florencia magna y admirados por su rectitud y amor a la patria. Dante se arrojaría a la arena para abrazarlos, si la lluvia de llamas no lo impidiera, por lo que deberá reprimir este deseo. Le preguntan a Dante si en Florencia aún existen la cortesía y el valor, pero Dante estalla en
una dura invectiva contra la codiciosa y corrupta Florencia de hoy. Ante esta noticia los tres personajes se alejan entristecidos.
Los dos poetas reanudan su viaje y pronto quedan ensordecidos por la caída del Flegetonte en el octavo círculo. Virgilio le pide a Dante que le entregue la cuerda que lleva atada a su
caderas y la arroja al barranco. Entonces, de repente, un ser monstruoso se eleva desde abajo y parece nadar en el aire. Este es Gerión, símbolo del fraude y guardián del octavo círculo.
En este canto se debe resaltar un mensaje importante: a pesar de que los 3 personajes son condenados por homosexualidad, son personas dignas, queridas, admiradas, respetadas y conocidas, lo que confirma que nuestra orientación sexual no tiene un valor absoluto en toda la nuestra personalidad y tanto que menos razón hay para un juicio absoluto sobre el alma. El alma está en nuestro corazón, no en nuestra ropa interior.
Canto 17 del Infierno
Virgilio anuncia solemnemente la llegada de Gerión, símbolo del fraude al que nada puede resistir, un peligroso contagio que se ha extendido por todo el mundo. Desde el borde del barranco emerge la figura del monstruo con rostro humano, torso de serpiente, piernas peludas y grandes alas; mantiene oculta su cola de escorpión venenoso, lista para atacar inesperadamente. Gerión es la alegoría de la falsedad social ya que el rostro humano representa a la persona fraudulenta que quiere pasar por inocente y sincera, mientras que el cuerpo de serpiente representa la falsedad y la maldad propia de las personas fraudulentas. Cuando los dos llegan a Gerión, Dante se da cuenta de que no muy lejos hay algunas almas condenadas (los usureros) sentados en la arena ardiente, cerca del borde extremo del Círculo. Se acerca a ellos y distingue las familias a las que pertenecen por los escudos familiares impresos en las bolsas que llevan colgadas del cuello. No olvidemos que la familia Alighieri a la que pertenecía Dante eran cambistas de monedas, es decir, banqueros y, por tanto, usureros. El anonimato de los banqueros es pues particular porque Dante reconoce a la familia por sus escudos de armas o blasón, pero no distingue a las personas, no sabe quiénes son. Esto nos enseña cómo las actividades sociales, especialmente las comerciales, nos reducen a ser números, marcas, firmas, símbolos, pero no personas. El prestamista sólo gana prestigio económico pero internamente se devalúa como persona.
Mientras tanto Virgilio convence a Gerión para que los lleve sobre su espalda hasta el fondo del barranco.

Canto 18 del Infierno
El monstruo alado Gerión deposita a Dante y Virgilio en el Octavo Círculo, un lugar formado por 10 zanjas o hoyos concéntricas que descienden como un pozo profundo. En cada zanja hay un tipo distinto de condenado. Las zanjas se unen luego mediante puentes rocosos. En la primera zanja están los proxenetas y seductores. Entre los proxenetas, Dante reconoce a Venedico Caccianemico, de quien se dice que prostituyó a su hermana Ghisolabella, esposa del ferrarese Niccolò Fontana, con el marqués de Este con la esperanza de obtener apoyo político. Los proxenetas son bien conocidos por intentar ganarse el amor de los demás para su propio beneficio, por lo que utilizan el amor como arma para conseguir lo que quieren. Por esta razón también se les considera seductores, aquellos que inducen gracias a su encanto o con halagos y promesas tener una relación romántica o sexual.
Desde la primera zanja cruzamos un pequeño puente y llegamos a la segunda donde encontramos a los aduladores que están sumergidos en el estiércol. Adular tiene la misma raíz etimológica que adulterar, significa elogiar a alguien excesivamente hasta el punto de adulterar su ego, es decir, hasta el punto de corromperlo porque el elogio es falso.
Entre los aduladores Dante reconoce a dos personajes: Alessio Interminelli que decía "estoy en el infierno por los halagos que nunca cansaron mi lengua" y luego la prostituta Taide, personaje ya presente en las obras de Terencio (160 a.C.) y Cicerón (43 a.C.)
Canto 19 del Infierno
Dante y Virgilio han llegado al punto más alto del puente rocoso que domina la tercera zanja del ottavo círculo donde son castigados los simonìacos. El nombre proviene de Simón el Mago, a quien encontramos en los Hechos de los Apóstoles, donde se cuenta que un mago de Samaria, después de la conversión de la ciudad al cristianismo, fue bautizado por Pedro y Juan y luego les ofreció dinero para obtener el mismo poder para sí mismo. Así pues, los simoniacos son aquellos que en la Edad Media comerciaban con cosas sagradas, por lo tanto vendían indulgencias y oficios eclesiásticos.
Cada pecador es clavado cabeza abajo en el pozo, dejando sólo las piernas asomándose hasta los muslos, mientras las plantas de los pies son quemadas por delgadas llamas. Dante habla como de costumbre con uno de los condenados, el que más se queja de todos y es el Papa Nicolás III quien fue muy codicioso en enriquecer a su familia, hasta el punto de terminar en el Infierno. Nicolás III confunde a Dante con el Papa Bonifacio VIII y le pregunta por qué ya ha llegado allí y si ya está cansado de hacer estragos en la Iglesia. Fue ese el Papa quien puso Florencia en manos de los güelfos negros y provocó el exilio de Dante. Junto a Nicolás III hubo otro Papa, Clemente V, que se convirtió en Papa en 1305 con el apoyo de Felipe el Hermoso, rey de Francia. Fue él quien trasladó la sede papal a Aviñón, creando la división del papado, y fue recordado por los cronistas como un pontífice codicioso y simoníaco, entregado a la lujuria.
En este punto la indignación de Dante estalla en una violenta invectiva contra la corrupción eclesiástica. Para Dante, los papas son similares a los idólatras, pues adoran a dioses de oro y plata, mientras que la Donación de Constantino produjo mucho daño a la fe (la venta de la Iglesia al Imperio Romano se convirtió en política de Estado).
Canto 20 del Infierno
Cuarto pozo o zanja del octavo círculo donde se castiga a los adivinos. El poeta ve avanzar a un grupo de almas condenadas, silenciosas y llorando, avanzando lentamente como en una procesión: su figura está distorsionada y sus rostros están completamente vueltos hacia atrás, de modo que se ven obligados a caminar hacia atrás para ir adelante y cuando lloran se mojan la espalda y las nalgas, de modo que Dante se entrega a un torrente de lágrimas que provoca la dura reprimenda de Virgilio. El maestro acusa a Dante de sentir compasión por estas almas malvadas. Para Virgilio, estos adivinos, habiendo querido ver demasiado lejos hacia adelante, ahora miran hacia atrás y caminan hacia atrás. Esta imagen es verdaderamente maravillosa porque denota simbólicamente la falsa práctica de aquellos que quieren ser profetas: creen que pueden ver hacia adelante pero en cambio te hacen retroceder hacia atrás, no progresas sino que permaneces atado a tu ignorancia pasada que nunca pasa.
Luego Virgilio hace una larga lista de adivinos, magos, hechiceros, astrólogos y especialmente de una mujer condenada cuyas largas trenzas cubren su pecho: se trata de Manto, quien vagó por muchas tierras y finalmente se instaló en Mantua, la ciudad del poeta latino Virgilio, de la cual hace un relato de sus orígenes míticos.
Canto 21 del Infierno
Quinto pozo del octavo círculo del infierno, aquí son castigados los charlatanes o Políticos corruptos, culpables de haber usado sus cargos públicos para enriquecerse, sumergidos en la brea hirviente de que está lleno el pozo y por la cual son obligados a permanecer completamente cubiertos. Están custodiados por los Malebranche (malasgarras), demonios alados y negros armados con garrotes en forma de gancho con los que agarran y destrozan a cualquier alma condenada que intente salir del terreno de juego. El líder de los Malebranche, Malacoda, asigna una tropa a Virgilio y Dante para guiarlos a la siguiente Bolgia. Advierte que, como el puente sobre la sexta fosa se derrumbó tras la muerte de Cristo, será necesario caminar por la orilla para llegar a la siguiente, que quedó intacta; pero esto es mentira, como descubrirán más tarde los dos poetas. Malacoda les ofrece, una escolta de diez demonios, liderada por Barbariccia, que da una señal obscena para partir (y había hecho una trompeta con su ano) y la compañía se pone en marcha.
Canto 22 del Infierno
Este canto es la continuación ideal de la "comedia del engaño" porque, antes de salir del quinto pozo donde se encuentran los engañadores, los condenados incluso consiguen engañar y embaucar a los mismos demonios que los torturan y custodian, lo que no es de extrañar si se piensa que Los estafadores se aprovechaban de su papel público para conseguir dinero. Dante y Virgilio entablan un diálogo con un alma condenada llamada Ciampòlo de Navarra y le preguntan si había algún toscano o italiano cerca, entonces Ciampòlo, para liberarse de la tortura de los demonios, les pide que se alejen para llamar a algunos compatriotas de los dos poetas; pero una vez que los demonios se van, el navarro huye y los demonios responsables, sintiéndose culpables, comienzan a pelear entre ellos, entonces Dante y Virgilio al ver que la situación había degenerado en una discusión muy acalorada, aprovechan para escapar.
Cabe recordar que el mismo Dante fue acusado en vida de baratería o estafador, el mismo pecado al que se condena en esta bolgia o zanja del infierno, y por ello también se vio obligado a abandonar su amada ciudad de Florencia, por lo que el canto tiene una inspiración autobiográfica del autor. Este es uno de los cantos más teatrales y animados de toda la Divina Comedia.
Canto 23 del Infierno
Dante y Virgilio escapan por poco de los demonios que los perseguían pero los demonios no pueden pasar a la sexta bolgia o zanja del octavo círculo, debido a un decreto divino que prohíbe a nadie salir de la bolgia que les ha sido asignada. En esta zanja encontramos a los Hipócritas que visten capas pesadas con capuchas bajas y caminan muy lentamente. La palabra griega ὑπόκρισις (hypokrisis), de la que deriva nuestro término hipócrita, significa actuar, disimular, fingir, precisamente porque los hipócritas son actores, siempre muestran lo que no son y se jactan de lo que no tienen.
Uno de los condenados explica que las capas que hay en su interior están hechas de plomo, tan pesadas que les provocan dolor y lágrimas. Las capuchas son un símbolo de la vergüenza con la que deben cubrirse y el peso de esta vergüenza cae sobre ellos, por eso son de plomo. Entre los hipócritas se encuentra Caifás, el sumo sacerdote que aconsejó a los fariseos martirizar a Cristo con el pretexto de beneficiar al pueblo. Está clavado en el suelo para que los transeúntes puedan pisotearlo. Su suegro Anás también fue condenado al mismo castigo, junto con los demás miembros del Sanedrín que condenaron a Jesús. No es casualidad que en el Evangelio Jesús califique de hipócritas tanto a los escribas como a los fariseos.
Canto 24 del Infierno
Dante y Virgilio se dan cuenta de que Malacoda había mentido (pero es típico de los demonios mentir, le dice un alma condenada a Virgilio), porque no había ningún puente para cruzar, así que tienen que subir por la orilla de la sexta bolgia para llegar a la séptima del Octavo Círculo en el que se castiga a los ladrones. La ruta es tan empinada que los dos apenas pueden subir. Con enormes esfuerzos los dos poetas llegan a lo alto del terraplén y Dante se queda sin aliento, hasta se tiene que sentar cuando llegan. El lugar es oscuro, apenas se puede ver un pozo lleno de serpientes. En esta masa de serpientes corren los condenados, desnudos y aterrados (los ladrones), con las manos atadas a la espalda por serpientes que insinúan sus cabezas y colas a los costados, anudándose delante de sus vientres. Un alma condenada es atacada por una serpiente, que le muerde en la nuca: el desafortunado arde y en un abrir y cerrar de ojos se convierte en cenizas, para luego caer al suelo, se recompone y se transforma de nuevo en el mismo cuerpo de antes, de manera muy similar a lo que se dice del fénix. La inmortalidad del alma existe, pues, tanto en el bien como en el mal. Dante reconoció entre los ladrones a Vanni Fucci, famoso por el robo de los objetos sagrados de la catedral de Pistoia, atribuido falsamente a otros. Para dañar a Dante, èl profetiza el exilio de Dante y de los Güelfos Blancos de la ciudad de Florencia.
Canto 25 del Infierno
Todavía estamos en el séptimo pozo o bolgia del octavo círculo. Terminada su profecía, Vanni Fucci levanta las manos en un gesto socarrón y profiere una blasfemia contra Dios, provocando que una serpiente se enrosque alrededor de su cuello y lo estrangule. Vanni se aleja y Dante ve a un centauro enojado acercándose. Virgilio le explica a Dante que es Caco, quien le robó un rebaño a Hércules y fue asesinado por ello. Sin especificar si se trata de un demonio con la tarea de infligir tormentos a los condenados o de un pecador en su lugar meritado. Dante logra reconocer a 5 ladrones florentinos y es testigo de un hecho insólito: la metamorfosis que sufren al unirse con las serpientes que los envuelven, una verdadera simbiosis donde al final la serpiente se fusiona con el ladrón convirtiéndose en un ser humano y donde los ladrones se transforman en serpientes.
En esta escena Dante nos muestra como el pecado es una metamorfosis no solo del alma sino también del cuerpo, el mal nos transforma, cambia nuestros rasgos físicos, la energía negativa se revela en nuestros rasgos somáticos. Los vicios materiales (como el alcohol, el tabaco, las drogas) acentúan más rápidamente la decadencia del cuerpo, pero Dante nos dice que los vicios del alma, de la mente y del corazón también nos degradan y transforman.
Canto 26 del Infierno
Habiendo entrado en la octava Bolgia del octavo círculo, sobre el puente Dante mira hacia el abismo y ve llamas brillando como luciérnagas en la oscuridad. Virgilio explica que en cada llama está el alma de un consejero fraudulento, aquellos que son castigados en esta zanja. Frente a una doble llama, Dante pregunta quiénes son y Virgilio revela sus nombres: Ulises y Diomedes, los dos héroes griegos que estuvieron juntos en el pecado y ahora pagan la pena juntos. Los dos están condenados por el engaño del caballo de Troya, por la artimaña que alejó a Aquiles de Deidamia y por el robo de la estatua del Paladio, pero sobre todo porque Ulises convence a sus compañeros de mar para ir más allá de las Columnas de Hércules, conduciéndolos a todos a la muerte. Los dos poetas sufren al ver en el infierno a un genio tan grande como el de Ulises, pero el genio debe ser utilizado para ayudar a los demás, no contra los demás. En este canto no hay desprecio, ni repugnancia, ni sentimiento de dolor y culpa como en todas los otras cantos, porque estas almas, aunque condenadas, permanecieron lúcidas, inteligentes y no como bestias.
Canto 27 del Infierno
Todavía en el mismo octavo pozo del octavo círculo Dante dialoga con otro consejero fraudulento, Guido da Montefeltro, un político que en vida fue un líder muy hábil y un político astuto, luego se arrepintió de su conducta y se hizo franciscano. Bonifacio VIII, luchando con los Colonna, le pidió consejo sobre cómo conquistar la fortaleza de Palestrina, prometiéndole de antemano la absolución. Aunque vacilante, Guido le había aconsejado que prometiera perdón a sus enemigos y no lo mantuviera, lo que había permitido al Papa arrasar Palestrina. De esta manera, Guido, habiéndose convertido en fraile, creyó que podía expiar sus pecados: Seguramente habría tenido éxito si no hubiera sido por el Papa, que lo utilizó como estratega del engaño. Después de su muerte, su alma fue disputada entre San Francisco y un demonio, y este último prevaleció apoyando su culpabilidad con sutiles argumentos teológicos.
Canto 28 del Infierno
Llegados al penúltimo pozo, el noveno, del octavo círculo, donde son castigados los sembradores de discordia, más precisamente aquellos que han dividido los corazones creando cismas. Dante ve a un condenado que avanza y está cortado desde el mentón hasta el ano: sus entrañas cuelgan entre sus piernas y se le ven el corazón y el estómago. El condenado lo observa y con las manos le abre el pecho y lo invita a mirar con atención: se presenta como Mahoma y señala al condenado que lo precede como Alí, cortado desde el mentón hasta la frente. El condenado explica que todos ellos han sido sembradores de escándalo y cisma, por lo que están hechos a pedazos, tal como han dividido las mentes y los corazones de los pueblos. Un demonio armado con una espada les corta partes del cuerpo y luego las heridas se cierran, hasta que regresan ante él. Esta bolgia o zanja es una auténtica carnicería. Dante conversa con otras almas condenadas, siempre despedazadas, sin manos, sin lengua, con la garganta abierta, incluso uno avanza sin cabeza, sosteniendo su propia cabeza en la mano como una linterna.
Canto 29 del Infierno
Los dos poetas llegan al puente que domina la décima y última Bolgia del octavo círculo donde son castigados los falsificadores, divididos en cuatro categorías: falsificadores de metales con alquimia, falsificadores de personas, falsificadores de monedas, falsificadores de palabras. Dante oye gemidos tan lastimosos que vienen de abajo que tiene que taparse los oídos con las manos, además del hedor de miembros gangrenosos que sale del pozo. Dante ve dos almas condenadas sentadas, apoyadas una contra la otra, todas cubiertas de costras y sarna; ambos se rascan violentamente debido al terrible picor, mientras Virgilio espera que sus uñas sean suficientes para rascarse por la eternidad. Los alquimistas eran vistos como personas con el mismo destino que las brujas y los hechiceros, y por lo tanto herejes. El acto de transformar el plomo en oro era un crimen de falsedad para todos aquellos que no comprendían el significado esotérico y alegórico de la alquimia, pero es bien sabido que en aquella época, un falso testimonio y una sospecha que te juzgaba como hereje, eran suficientes para ser quemado en la hoguera.
Como sucede en otros cantos, Dante y Virgilio buscan entre los condenados personas que conozcan o al menos conciudadanos de los que puedan llevar noticias a sus familiares una vez que regresen a la tierra. Dante cita a menudo muchos personajes de su tiempo, crónicas de actualidad, lo que hace que su comedia sea más curiosa y creíble.
Canto 30 del Infierno
Después de los falsificadores de metales, es decir, los alquimistas, ahora encontramos a los falsificadores de personas, como Mirra, que se enamoró de su padre contrariamente a toda ley moral. La mujer, para poder acostarse con él, se hizo pasar por otra mujer. O Gianni Schicchi, que se hizo pasar por el difunto Buoso Donati, para atribuirse con un testamento falso la yegua más bella de su manada. Luego están los falsificadores de monedas, como el maestro Adamo, condenado por los condes de Guidi, quienes lo indujeron a falsificar florines con tres quilates de metal del malo. Por último, están los perjuros de palabra los que falsifican la verdad con mentiras, como la esposa de Potifar, que acusó falsamente a José en el relato bíblico del Génesis. De repente estalla una pelea entre los falsificadores y Virgilio reprende a Dante, invitándolo a no demorarse y escuchar cosas similares porque es un deseo vil.
Canto 31 del Infierno
Los dos poetas abandonan el foso con las diez zanjas o bolgias y se dirigen hacia el noveno Círculo, atravesando en silencio el terraplén rocoso que separa ambos lugares. Hay un crepúsculo que no permite ver bien, pero de repente Dante oye un fuerte sonido de cuerno. Después de un rato, Dante cree ver unas torres altas y pide una explicación a Virgilio: el maestro le advierte que mirando en la oscuridad se ven cosas que pueden ser mal entendidas y que esto lo entenderá cuando estén más adelante. Entonces Virgilio toma suavemente de la mano al discípulo y le advierte que lo que ve no son torres, sino gigantes clavados en la roca hasta la cintura.
En este canto encontramos gigantes mitológicos griegos pero también los bíblicos de Babel. El enfrentamiento entre deidades celestiales y gigantes fue interpretado, en la Edad Media cristiana, como una venganza divina por la impiedad de quienes se habían atrevido a compararse con Dios. En muchas tradiciones indoeuropeas, los gigantes son criaturas asociadas al origen mismo del cosmos, y representan el caos primordial, al que los dioses se oponen. A nivel psicoanalítico, dentro de nuestras sombras inconscientes hay fuerzas y poderes desconocidos para nosotros, verdaderos gigantes porque nos harían ver la grandeza del Ser, pero muchas veces están dormidos, clavados en la roca del alma, petrificados o no despiertos, o tal vez están al servicio del mal, por tanto las fuerzas que nos dominan y nos esclavizan.
Virgilio ruega al gigante Anteo que los coloque en el fondo del pozo, en el lago helado del Cocito que rodea el siguiente círculo, el noveno. El gigante deposita suavemente a los dos poetas en el fondo del hielo del Cocito, donde están prisioneros Lucifer y Judas.
Canto 32 del Infierno
El noveno y último círculo del infierno está dividido en 4 zonas. La primera zona es Caina donde se encuentran los traidores de sus familiares, estàn sumergidos en el lago de hielo hasta la cara. Dos de ellos aparecen tan cerca que sus cabellos están mezclados: son los hermanos Napoleón y Alessandro Alberti, quienes eran tan hostiles por odio y motivos de interés que se mataron entre ellos. Pero también está Mordrec, que intentó matar al Rey Arturo a pesar de que era su pariente.
La segunda zona es la Antenora, donde se castiga a los traidores a la patria. Dante encuentra inmediatamente a un güelfo que traicionó a Florencia en la batalla de Monteaperti, su nombre era Bocca degli Abati, pero también está Gano di Maganza que traicionó a Carlomagno ayudando a los enemigos en la batalla. Para los patriotas el vínculo entre ciudadanos es un vínculo de parentesco, por eso todos se sienten hermanos, traicionar a la patria es traicionar al padre y por tanto a todos los hermanos o ciudadanos.
Dante ve otras dos almas condenadas prisioneras en el hielo, una de las cuales sostiene su cabeza sobre la del otro como un sombrero. El maldito de arriba muerde horriblemente la cabeza del de abajo, en el punto donde el cerebro se une a la médula espinal. Dante se dirige al condenado y le pregunta el motivo de tanto odio hacia su compañero de castigo... la continuación en el siguiente canto
Canto 33 del Infierno
¿Quiénes eran entonces los dos condenados con los que terminaba el canto anterior? El que mordía el cráneo del otro era el conde Ugolino della Gherardesca y declara que su compañero es el arzobispo Ruggieri degli Ubaldini. Ugolino era un traidor a su país porque había cambiado de partido político para avanzar en su carrera, pero luego a su vez había sido traicionado por Ruggeri, quien lo hizo encarcelar junto con dos hijos y dos nietos y los hizo morir todos de hambre.
Pasamos luego a la tercera zona, que es la Tolomea, donde se castiga a los traidores a los huéspedes: son encarcelados en el hielo con la cara hacia arriba. Los condenados lloran, pero las lágrimas se congelan en las cuencas de sus ojos, formando viseras de cristal que les impiden desahogar su dolor, aumentando aún más su castigo. Uno de los condenados sumergidos en el hielo es Fray Alberigo, quien sin embargo todavía estaba vivo en la época de Dante y Dante se pregunta cómo es posible que una persona viva ya esté en el infierno. Fray Alberigo explica que el alma de los traidores a los huéspedes ya está en el infierno antes de morir.
Esta posición de Dante hace imposible el arrepentimiento y la redención porque si el alma ya está en el infierno cuando tú todavía estás vivo, es inútil corregirse. Para Dante los traidores ya no tienen alma, los que traicionan ya no tienen corazón porque no aman y en consecuencia el alma ya está condenada aunque aún estés vivo.
Canto 34 del Infierno
Entrada a la cuarta zona del Cocito, el punto más profundo del infierno, la Giudecca donde son castigados los traidores a los benefactores. Virgilio advierte a Dante que los estandartes del rey del Infierno (Lucifer) se acercan. La apariencia de Lucifer es tan terrible y sombría que Dante no se siente ni vivo ni muerto, sino suspendido y describe minuciosamente sus formas: Lucifer tiene tres caras en una sola cabeza (roja en el centro, amarillenta a la derecha y oscura a la izquierda). De cada cara emergen dos enormes alas, proporcionales al tamaño del monstruo y más grandes que las velas de cualquier barco: no tienen plumas sino que parecen de murciélago, y Lucifer las agita produciendo tres vientos helados que congelan el lago Cocito. El monstruo llora con seis ojos y sus lágrimas gotean por sus tres barbillas, mezclándose con baba sanguinolenta. Lucifer aplasta a un pecador en cada una de sus tres bocas, los tres traidores supremos: Bruto, Casio y Judas. Bruto y Casio son considerados por Dante como traidores a su benefactor César, la institución imperial, así como Judas Iscariote lo es a la Iglesia.
En este punto el maestro advierte a Dante que ya casi es de noche y los dos deben partir nuevamente, ya que han visto todo el Infierno. Los dos han pasado el centro de la Tierra, punto hacia donde tienden los pesos, han pasado al hemisferio sur, en ese punto es de mañana cuando en el otro hemisferio es de noche, por eso Dante ve a Lucifer al revés, cambia de posición porque pasan al otro lado de la tierra. Virgilio explica además que el demonio cayó del cielo de este lado y la tierra se retiró por miedo al contacto con el monstruo, reuniéndose en el hemisferio norte y formando el vacío del abismo infernal, mientras que en el hemisferio sur se formó la montaña del Purgatorio. Finalmente Dante vislumbra las estrellas en el cielo a través de un agujero redondo en la corteza terrestre y luego los dos de ahì salen, viendo de nuevo finalmente las estrellas.
CONCLUSIÓN INFERNAL
Si analizamos cuidadosamente todo el recorrido de los nueve círculos del infierno de Dante, podemos ver que todos nosotros en nuestro inconsciente tenemos las nueve dimensiones del mal: dentro de nosotros hay tendencias hacia la codicia, la pereza, la lujuria, los deseos de venganza, la ira, incluso a veces nos sentimos empujados a la traición. Otras veces queremos protestar y destruir el sistema, por eso nos sentimos herejes, incluso hay momentos en la vida que deseamos morir, al menos no vivir en este mundo loco, injusto e infernal y entonces sentimos ese impulso de la persona suicida que desea liberarse del absurdo que lo oprime. En definitiva, quienes se conocen bien a sí mismos, quienes han logrado penetrar en los recovecos más ocultos del inconsciente humano, saben bien que son capaces de cometer cualquier atrocidad movidos por la necesidad, el miedo o la pasión incontestada, por eso sólo quienes saben quièn son Ellos mismos, han descubierto al Lucifer que los habita, pero también saben que detrás de ese demonio hay un destello de luz estelar más allá del cual se abre otra dimensión hacia la infinitud de la esperanza y la redención.
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